miércoles, 26 de noviembre de 2008

Pupita

Ay, qué dolor de gemelos… qué dura es la pretemporada, que a poco que hagas, te dan unos cuantos dolorcillos que dificultan bastante la tarea diaria de subir escaleras, bajarlas, volver a subir,… vamos, que parezco cualquier cosa menos una supuesta deportista…

Ayer tocaba entrenamiento variadito en las colinitas comúnmente conocidas como “las tetas” (con perdón) que, como su propio nombre indica, además de ser poco simétricas, vienen siendo bastante empinaditas (eso sí, son solo dos y no siete como en Vallekas). Escaleras, tonificación, saltitos, cuestacas,… todo esto aderezado por unas leves agujetillas del gimnasio del lunes (que estuvo seguido de 20’ pegando saltitos (porque a eso no se le puede llamar correr) en la cinta infernal… que no sea porque no lo intento ;-)).


Por desgracia también me duele la planta del pie. Ya sabéis, ese dolorcillo mosqueante que empezó en el verano y que yo pensaba que se pasaría, como se pasan muchos otros, y más al haber estado el descanso entre temporadas por medio que lo cura todo. Pero no, no se pasa. Solo se pasa cuando llevo 5-10 minutos corriendo y, gracias a eso no he tenido que parar de entrenar en ningún momento, pero por las mañanas o cuando llevo un rato sentada y me levanto, o ya incluso estando tumbada en algunas ocasiones, está ahí el dichoso pinchazo.

Así que la semana pasada fui al traumatólogo, al que le daba en la nariz, como me ocurre a mí, que podría ser espolón. Tiene toda la pinta, pero me niego a creerlo. El lunes me hice la radiografía y mañana tengo la cita de nuevo… ya os contaré, pero miedito me da…




Y por lo demás, todo bien, exceptuando que empiezo a pensar que me ronda algún bicho malo, que no me encuentro muy católica. Pero claro, con lo que estoy durmiendo entre el concierto y que se me hace la cama muy grande porque el que la rellena está a unos cuantos kilómetros, como para no ponerse pachucha…

lunes, 24 de noviembre de 2008

Fiuuuuummmmmmmmm

Fiuuuuuuuuummm, fiuuuuuuuummmmmm,… ya es la cuarta vez que me despierto por la noche con el ruido del vendaval en la calle. Y, por ende, es la cuarta vez que me cuesta volver a coger el sueño pensando en que nos vamos a quedar sin poder salir en bici, así que habrá que levantarse el domingo de madrugada para poder salir tres horitas antes de tener que ir al aeropuerto para que Sergio cogiera su avión a Bremen.

Nos levantamos, con tranquilidad, sin prisa (raro siendo un sábado) y, mirando por la ventana, efectivamente, parece que de un momento a otro saldrán volando los árboles de nuestra calle. ¿Qué hacemos?, no saldremos con la bici, ¿verdad?. Pues se ve que a Sergio le dio cargo de conciencia o algo pensando que hasta el domingo siguiente no iba a poder dar ni medio pedal por su viaje que decidió que íbamos a salir, y si en el carril veíamos que la cosa estaba muy fea, nos volvíamos a casa.

Y, efectivamente, cuando llegamos al carril, vimos que la cosa estaba feísima, así que Sergio sugirió que volviéramos por donde habíamos venido. Pero no no, de eso nada. Ya que estábamos vestidos de romanos, con el trajín que es eso, y que estábamos allí, íbamos a aguantar el tirón como sea. Así que rumbo a Colmenar, luchando contra el viento con uñas y dientes, con todo el desarrollo metido en los falsos llanos y tirando de piernas a lo bruto en las subidas. Uffff, aquello parecía un puerto… un puerto de 15km, de Tres Cantos a Colmenar, con toda la furia del vendaval en contra. Y, para más INRI, Sergio se pone nerviosito con el viento y decide ir “a toda leche” (a toda leche teniendo en cuenta las circunstancias, porque ir ir, refiriéndonos a la velocidad y no al esfuerzo, íbamos pisando huevos), y yo muertita detrás. Claro que las agujetas de las gradas y cuestas del jueves no ayudaron mucho, no…


Después, a Soto, Cerceda, Soto y vuelta a Tres Cantos, esta vez con el viento de culo y volando sin apenas dar pedales. Total, tres horitas de endurecimiento para mente y cuerpo que, si algún día me da por hacer el IM de Lanzarote, seguro que le saco buen provecho.

Y, por la tarde, un poco de piscinita, para soltar, aunque aquí el amiguito machaca estaba encantadísimo de tener las piernas reventadas… si es que nos va el masoquismo, os lo digo yo…

Y, para rematar, ayer madrugamos para pedalear otro par de horitas, también contra el viento que, aunque era bastante más suave que el del sábado, el estado en que nuestras piernas salieron de casa ya de inicio hizo que la sesión también fuera durilla… además, ya imagináis que suave suave, como que no fuimos (Sergio+Esther+Carril nunca da como resultado un entrenamiento suave… vaya par de picaos ;-)). Excursión al aeropuerto, despedida hasta el sábado que viene :-(, un poco de piscinita y a comer.

Como resultado de todo esto, hoy lunes estoy machacadita. Bueno, igual el hecho de que no haya dormido ni cinco horas porque ayer el concierto de Jorn Lande terminó a las tantas tiene algo que ver también…

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Bendita rutina

La verdad es que no comprendo esta gente que continuamente intenta escapar de una rutina, que se meten en mil y un embolaos porque cualquier repetición más o menos constante les supone entrar el una especie de mundo gris y oscuro.

A mi me gusta la rutina. Lógicamente, la rutina aderezada con alguna pincelada de “imprevisión” de vez en cuando, pero rutina al fin y al cabo. Me gusta tener mis días controlados, saber lo que voy a hacer, dónde lo voy a hacer y cómo lo voy a hacer. Y esto es así porque mi rutina es mía, la he elegido yo y es la que me gusta. Y, por eso, cualquier cosita que me complique la realización de esa rutina diseñada por esa mentecilla ingenieril y cuadriculada mía, me pone un poquillo nerviosa.


Y eso es lo que ha estado pasando estas primeras semanas de pretemporada con la piscina. Al estar cerrada la piscina tricantina por obras, todo se complicaba. Solución: nadar en Alcobendas también los días que no nadábamos con el equipo, lo que supone más tiempo, claro y, con ello, dificulta nadar cinco días a la semana, por lo que, hasta ahora, se han quedado en cuatro. Lo malo es que eso de nadar solo cuatro días se ha convertido en nuestra rutina, así que me temo que va a costar eso de subir a cinco…

Pero por fin se abrió la piscina, con unos nuevos y flamantes vestuarios (ya hacía falta, ya) mucho más bonitos, pero mucho peor pensados, sin zona infantil, por lo que los momentos de paz en la piscina son precedidos por un montón de niños gritones correteando a mi alrededor mientras trato de enfundarme el bañador cuidando que, cuando alguien abra la puerta de salida a la piscina, no pueda ver mi carnecita por la cara beneficiándose de ese gran ángulo apto para el voayerismo que han diseñado.




Eso sí, ese cambio en la rutina desde julio hizo que me olvidara de que ir a esa piscina era comparable a visitar el Cantábrico, y tan solo a 2km de mi casa. Olas, olas y más olas (y hasta corrientes submarinas heladas). No agarras agua, no te equilibras en el rolido, no hay sensaciones, solo bracear y bracear. Ya podrían haber aprovechado las obras para poner unas corcheras aptas para el propósito que se supone que deben cumplir. Eso sí, no hay mal que por bien no venga y, si bien el tema hace que desee salir del agua a los 15’, sé que al menos de algo me servirá cuando toque nadar en el mar…

Menos mal que esta tarde, como cada miércoles (bendita rutina) toca nadar con mis compis de grupo (buen grupo tenemos los miércoles, así da gusto) y con Raúl, así que toca sudar un poquillo para no ir muy atrás pero, eso sí, sin olas, así que todo es mucho más sencillo…

viernes, 14 de noviembre de 2008

Luz

Qué importante es la luz, sobretodo cuando no la tienes. En la anterior entrada, cuando hablaba de correr por tierra, seguro que muchos han pensado: “qué listilla la chica, ni que fuera tan fácil encontrar caminos de tierra iluminados para correr por la noche”. Pues no, no es fácil. Hay que intentarlo, siempre que se pueda, aunque sea en circuitos, digamos, poco agradecidos, pero es verdad que algunas veces es imposible. Por suerte para mi nunca lo ha sido y he podido utilizar diferentes recursos para correr de noche, desde dar vueltas y más vueltas a la recta de 300m de tierra que quedó libre de obras en el Parque de la Arganzuela hasta correr por la famosa mediana tricantina (hasta haciendo series, con lo irregular que es el caminillo… p’habernos matao).

Pero ahora tenemos un nuevo recurso: por fin, tras varios años de rendición al vandalismo, han iluminado todo el Parque Central tricantino. Digo lo del vandalismo porque, al principio, pusieron sus farolas correspondientes que fueron apedreadas una y otra vez por gente que no tiene más objeto que el hacer el mal (porque ¿qué otro objeto podría tener?), así que se rindieron. Espero que esta vez los que se rindan sean los vándalos y esto dure.


Así que ayer, tras algunos ejercicios de autocargas, tocaba trotecillo por allí y la verdad es que es una gozada. Descubres nuevos colores, nuevas sensaciones totalmente diferentes de cuando luce el sol (que tampoco desmerece, la verdad). En algunos puntos la luz de las farolas se mezclaba con el verde de las hojas de los árboles y creaba un ambiente curioso. Hasta huele diferente. Y, para más goce, la luna de ayer era absolutamente impresionante, qué preciosidad. Lástima que yo “no tuviera el día”, porque lo podría haber disfrutado mucho más, pero ocasiones creo que no me van a faltar, no.

Y es que correr con 60 Kg de nuevo no es fácil (quién me mandaría pesarme ayer...). Sensaciones horribles otra vez. Pero es lo que tiene el hacer tanto gimnasio y la ausencia de entrenamientos de calidad… vale, también el abandono de la pseudodieta ha colaborado, que ya no dejo las patatas fritas en el plato y en el postre abundan más los dulces que la fruta, pero me niego a retomarla antes de Año Nuevo, que si no podemos darnos caprichillos algunos meses al año, tampoco tendría ninguna gracia. Además, hay que coger reservas ahora para tener algo para perder en verano y, al mismo tiempo, entrenar con lastre es bueno, porque así cuando te lo quitas, se nota el cambio muchísimo.

Eso sí, hasta entonces, tendré que resignarme a seguir pareciendo una integrante del equipo de Gladiadores Americanos

lunes, 10 de noviembre de 2008

Imprescindibles

Este post va dedicado expresamente a la gente que está empezando… o a los que no pero nunca se han planteado estas cosas. Cuando uno empieza en este deporte, es tan grande el gasto que supone comprar material para tres deportes que ni te planteas nada más allá de la bici (y el casco, que eso ha de ir siempre a la par), las zapatillas de correr y las gafas de natación. Pero hay ciertos elementos de precio muy contenido y que, sin embargo, nos van a reportar un beneficio muy grande de cara a mejorar nuestros entrenamientos y nuestro rendimiento. Lógicamente esto está escrito desde mi punto de vista particular, en base a lo que yo he aprendido en estos 4 años de triatlón. Otros dirán que es básico tener un sensor de potencia o una cabra desde el primer día, que esto va en gustos (y en el tamaño de la cartera), pero aquí están mis imprescindibles:

- Cuentakilómetros con cadenciómetro: en general, cuando empezamos, tenemos la tendencia a ir atrancados en la bici. Quizá sea porque así sentimos que hacemos más fuerza y pensamos que así vamos más rápido. Recuerdo que tenía esa sensación cuando corrí el triatlón de Barcelona en mi primera año, con el platazo del 53 metido los 40km. Pera nada más lejos de la realidad. Y, no solo eso, sino que además no hay que olvidar que somos triatletas y, después de pedalear, hay que correr. Una cadencia baja hace que el esfuerzo del pedaleo se traduzca en destrucción muscular, difícil de recuperar de cara a la carrera a pie (a no ser que seas Chrissie Wellington y ni sientas ni padezcas, claro). Una cadencia alta-moderada nos lleva a tener desgaste fisiológico, recuperable con sales, hidratación y alimentación (si fuera necesario). Lógicamente, una cadencia excesiva, nos lleva a pedalear en vacío, resultando un pedaleo poco eficiente. Así, varios estudios sitúan la cadencia de pedalada óptima en 85-90 rpm rodando, intentando no bajar de 75-70 rpm subiendo. El tener el cadenciómetro te ayuda a controlar los cambios: solo tienes que concentrarte en llevar la cadencia correcta y, cuando te sales de los márgenes, subes o bajas piñones para reajustar. Sencillo y muy muy efectivo. Al principio cuesta, se te disparan las pulsaciones y parece que vas a molinillo, pero con paciencia y 3-4 sesiones más, se consigue un avance enorme. Y solo por 30-40 €, que es lo que vale un cuentakilómetros con sensor de cadencia sencillito.


- Juguetitos natatorios: al principio es bastante típico que la gente que entrena por su cuenta decida simplemente tirarse al agua y nadar 1000, 1500, 2000, 2500 m del tirón, a modo de nado continuo (algunos incluso se pasan así unos cuantos años). Esto nos ayudará a coger fondo y lógicamente mejoraremos, pero tiene el peligro de que coges el ritmillo de crucero y no lo sueltas ya sea para nadar un 750m o un 3800m. Para algunos esto es suficiente, pero para los que no y no puedan asistir a clases y/o entrenamientos guiados en grupo, hay que buscar alternativas para dar variedad a los entrenamientos. Y aquí es donde entran los “juguetitos”. Una redecilla con un pack básico (aletas, tabla y pull) cuesta 4 duros. Una tuba, poco más. Y, aunque lo ideal es que alguien nos corrija el gesto, si esto no es posible, el hacer bloques de patada con tabla, nadar con pull-buoy o con aletas para concentrarnos en los brazos o el ponernos la tuba para olvidarnos de respirar y observar así cómo se mueven nuestros brazos por debajo del agua nos hace poder jugar en el agua, adquirir sensaciones nuevas y aprender a observarnos y a sentir, y todo esto al final se traduce en una mejora sustancial casi sin esfuerzo extra, a la vez que hace nuestras sesiones de natación mucho más entretenidas.


- Rodillo: creo que no hace falta que comente lo que nos salva la temporada el tener rodillo a los que nos es imposible salir con la bici entre semana por imposibilidad horaria. Por mucho que te machaques el fin de semana, estar 5 días sin pedalear te hace olvidar el gesto y eso no es bueno, así que un día entre semana, pedalear un poquito, nos ayudará a no perder el recuerdo muscular. Pero no solo eso. El rodillo da muchísimo juego. Te permite realizar ejercicios de eficiencia de pedalada (pedaleo redondo, pedalear a una pierna, ejercicios de cambio de frecuencia de pedaleo) que en la carretera serían complicados. Y, ya en el terreno del “machaquismo”, una buena sesión con cambios de ritmo y series de unos 50’ te hace bajarte con las patitas tiritando (y 2 litros menos en forma de sudor… por favor, imprescindible mantenerse hidratado) y con una mayor capacidad de responder a ataques o cambios de ritmo en competiciones. Incluso ya en temporada, aunque se pueda salir a rodar a la calle, muchas veces es difícil hacer sesiones de series muy específicas, ya que no siempre podemos disponer de un terreno lo suficientemente llano como para controlar los ritmos que nos piden, y ahí el rodillo es un gran compañero. Creo que se pueden conseguir los sencillitos por unos 100-150€, menos incluso si son de 2ª mano.


- Calas en la bici: esto no creo que haga falta que lo comente, ya que es muy raro ver gente con rastrales hoy en día, pero por si alguien tiene dudas, las sensaciones y eficiencia de pedaleo con las calas son incomparables a las de los rastrales. Peligrosas no son en absolutos (a mi me dan más miedo los rastrales, porque tardas más en sacar el pie), y es un mundo aparte.


- Zapatillas de correr en buenas condiciones: y no me refiero a que estén nuevas “por fuera” sino a que conserven sus propiedades en cuanto a amortiguación y sujeción (y corrección de la pisada en caso de que la tuviera que, si tenemos dudas sobre si la necesitamos, hay que acudir a un profesional antes de que sea demasiado tarde). La durabilidad de las zapatillas depende de las mismas, del método de amortiguación concreto que tengan, pero suele rondar los 900-1000km. Echad cuentas y, cuando lleguéis a esa cifra, jubilad las zapatillas (aunque parezcan nuevas) y reservadlas para ir al gim, para andar o para cualquier otra actividad que no requiera protección contra impactos. Sé que esto es doloroso para el bolsillo, pero mucho más doloroso para la mente es lesionarse.



- Caminos de tierra para correr: como en el anuncio, “esto no tiene precio”. Si tratamos de correr todo lo que podamos por tierra, tendremos muchas menos posibilidades de lesionarnos. Esto es complicado, especialmente en invierno, porque es difícil encontrar caminos de tierra iluminados, pero aunque solo dispongamos de 300m de tierra y, aunque sea un total aburrimiento (anda que no me habré pasado noches dando vueltas a lo que quedó del parque de la Arganzuela como un hámster), tenemos que intentar correr por allí cuando nos sea posible. Asfalto kk, acera kk+ y tartán kkísima.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Atleta invernal

Estos días de frío y lluvia son la época álgida del atleta popular. Carreras populares, diezmiles, crosses e incluso algún medio maratón. Los triatletas siempre decimos que una de las cosas buenas de nuestro deporte es que nos permite también competir en atletismo, ciclismo y natación, pero yo esto me lo tomo con sumo cuidado.

¿Quién no ha hecho alguna vez una carrera popular?, y todos conocemos el ambientazo que hay, lo divertidas que son y lo bien que lo pasamos. Y, por ello, casi cada semana, alguien me hace la pregunta: ¿correrás CSIC?, ¿vas a ir a la carrera de otoño tricantina?, ¿y a Canillejas?, ¿y a esos crosses universitarios que tanto te gustan?. Y mi respuesta suele ir desde la impersonal “es que no toca competir ahora” hasta el más tajante “yo hasta primavera no corro”. Y lo digo con cierta pena, porque bien que me gustaría luchar por un podium local en el diez mil tricantino o ponerme ciega en las comilonas post-crosses universitarios, pero no creo que venga bien… al menos a mí.

Una de mis primeras competiciones: Cross Nebrija 2004. A ver quién es capaz de encontrarme ;-)


Hablaba en los foros del “cupo de sufrimiento”. Realmente me he preguntado muchas veces cómo alguien puede estar compitiendo casi cada fin de semana durante todo el año cuando yo hago lo propio durante 6 meses y acabo fundida tanto física como mentalmente. Quizá soy débil o quizá esa gente no se está exprimiendo lo suficiente en cada cita o quizá a ellos les compense rendir menos (aunque ese “menos” ya sea mucho, claro) en su especialidad a cambio de tener muchos días de “emoción con dorsal”, quién sabe.

Personalmente, me siento más segura si conservo mi mentalidad de triatleta durante todo el año. Y esta mentalidad incluye no competir en carrera a pie en invierno. Podéis decirme que siempre se puede competir al 80%, pero hay que tener mucha sangre fría para mantenerte a raya mientras el resto de chicas se alejan y se alejan cada vez más. Claro que, hacerlo de vez en cuando tampoco pasa nada… tres o cuatro citas atléticas durante el invierno tampoco hacen daño, pero si abusas, ¿qué ocurre?, que en marzo estás fino, en mayo estás a tope y a septiembre llegas arrastrándote. Y yo prefiero no arriesgar, porque no me compensa, pero claro que hay gente a la que sí.

Otro aspecto inherente a la vida triatlética es ser consciente de que en los duatlones te van a pasar por encima. Y te van a pasar por encima los mismos que han estado corriendo populares en invierno que, si son duatletas, bien por ellos, que les habrá ayudado a coger la forma en el momento oportuno, pero si son triatletas… ay, si son triatletas, arrieritos somos y en el camino nos encontraremos… ;-). Es duro estar como un tanque, lento y pesado, hasta bien entrada la primavera, pero todo lo bueno exige su sacrificio previo y, al menos, a mí me merece la pena.



Ejemplo gráfico del "modo tanquete primaveral"


Por desgracia, todavía hay gente (y, lo que es peor, algunos entrenadores) que piensa que el competir mucho en carrera a pie durante el invierno o correr a ritmos rápidos desde ya les va a hacer mejorar su carrera a pie en verano. Si alguien decide que es lo que quiere hacer, estupendo, pero siempre consciente de que de cara al rendimiento en triatlón, lejos de ser beneficioso, es perjudicial, al menos para la mayoría de la gente (que el cuerpo humano es algo complicadísimo e igual a alguien le viene bien, siempre que esté controlado y sabiendo lo que se hace y lo que se pretende conseguir). Pero bueno, también sigue habiendo gente que cree que correr sobre tartán es sanísimo y, como es tan blandito, va genial para las lesiones…

Yo, mientras tanto, seguiré yendo de las últimas en los entrenamientos de carrera a ritmo alegre porque no puedo con mi alma y seguiré enfadándome porque en los duatlones (que serán 1 o 2 como mucho) me quedo atrás a poco que me descuide, pero seguiré fiel a mi creencia de que es lo mejor, aunque me lleve mis disgustillos en el camino :-).