viernes, 10 de enero de 2014

¿Y ahora qué?

Desde el primer día que anuncié mi embarazo hay un hecho que se ha venido repitiendo en varias ocasiones tanto en mi caso como en el de Sergio y es la pregunta de: ¿Y ahora qué?, dejarás ya el triatlón, ¿no?. Y mi respuesta, con una media sonrisa, siempre es: ¿Por qué?. Y, posteriormente, suele tener lugar un pequeño debate en el que el interlocutor conluye con un sí, sí, ya veremos, ya.

Lógicamente esto solo puede preguntarlo alguien de fuera del "trimundillo", porque nosotros estamos acostumbrados a compartir línea de salida con padres y madres, trabajadores, empresarios y gente de cualquier condición. Pero digamos que en el "mundo normal" parece que cuando te conviertes en madre dejas de ser cualquier otra cosa. Dejas de ser la persona que eras y pasas a ser madre, sin más (y sin menos, claro).




Evidentemente hay muchas mujeres (hombres también habrá alguno) que toman esa decisión y se dedican en cuerpo y alma al 100% al cuidado de sus hijos y abandonan al menos por unos años cualquier otro ocio o incluso su profesión. Por supuesto eso lo respeto, porque es lo que ellas han decidido por voluntad propia. Otra gente abandona su vida personal en favor de la profesional o al revés. Eso les hace felices, les completa, les realiza, así que bien está. Otros sin embargo, no lo hacen por propia voluntad, sino por resignación, porque quizá piensan que no hay otro modo y eso a la larga les hace infelices.

Yo soy totalmente consciente de que no sería feliz así y creo que lo más importante para la felicidad de mi hija es crecer en una casa feliz, en la que sus padres se sientan completos y no estén frustrados o amargados. Y eso en mi caso supone el seguir siendo la persona que era, no perder mi esencia, sino completarla con esta nueva faceta de la maternidad. 



Y sé que puedo hacerlo. También sé que será dificil, probablemente lo más dificil que vaya a hacer en mi vida, y podría poner mil excusas para no complicarme la existencia (como, bajo mi punto de vista, pasa con la gente del "sí, sí, ya veremos, ya") , pero eso no está en mi naturaleza. Lo que voy a hacer es buscar el medio para hacerlo (por algo tengo ese proverbio encabezando mi blog). Pondré todo la carne en el asador para ser madre y seguir siendo mujer, trabajadora, esposa, hija, hermana, amiga, ama de casa y, por supuesto, triatleta. Obviamente seré una triatleta diferente, me supondrá más sacrificio, tendré que ser más flexible y, al menos de momento, menos competitiva, pero trataré de hacerlo lo mejor que pueda dentro de estas nuevas circunstancias, como he hecho siempre.



Y también sé que eso me hará mejor madre. Me gustaría ser un referente para hija para que vea que, en esta época que le ha tocado vivir en la que parece que lo bueno es conseguir las cosas sin esfuerzo, es precisamente con el esfuerzo con lo que se consigue la mayor satisfacción en esta vida, para que sepa que puede lograr todo aquello que se proponga si pone su empeño en ello. Creo que es una de las mejores lecciones de vida que le puedo dar y no hay mejor modo que con el ejemplo.

Además, probablemente, esta nueva motivación, me convertirá en mejor triatleta, puede que no en resultados, pero sí que aumentará la satisfacción al cruzar cada meta cuando piense en todo lo que ha supuesto hacerlo y cuando imagine un brillo en los ojos de mi pequeña al mirar a su mamá conseguir sus sueños.