martes, 15 de octubre de 2013

Y llegó el gran día!

Como ya he dicho en las redes sociales, llevo varios días tratando de escribir esta entrada, pero ha sido realmente complicado con nuestra pequeña acaparadora que requiere nuestra atención las 24 horas del día. Tan pequeña, tan indefensa, que lo único que le tranquiliza es sentir a sus papás bien cerquita. Pero las primeras semanas son así... es duro, y más con la lactancia materna, apenas duermes y nunca desconectas en lo que parece un bucle infinito que se repite una y otra vez, pero hay algo, y los que sean padres me entenderán porque con palabras no sabría explicarlo, que hace que cualquier cosa compense. Es el AMOR con mayúsculas.


Pero vayamos al tema que nos ocupa en este blog que es el deporte, el triatlón, y en el que me gustaría compartir con vosotros cómo voy adaptando el tri a la maternidad y la maternidad al tri.


Panzote-evolution! (la última foto es de 2 horas antes de romper aguas :-))

La última entrada la publiqué el 16 de septiembre y dos días más tarde, el 18 de septiembre, nacía la pequeña Iria, así que poco más os puedo contar de la última etapa del embarazo. Ya véis que hasta el último día se puede mantener la actividad, adaptándola al estado en el que te encuentres. Sin más, el día previo a ponerme de parto hice mi sesión de marcha diaria (no recuerdo con exactitud, pero rondaría los 8km) y una sesión piscinera de unos 1800-2000 metrillos. Eso fue el lunes (el domingo creo que tocó rodillo panzotero, unos 50'). 

El martes ya me levanté "rara" y supuse que ese sería el "rara" del que hablan las madres cuando se refieren a su día de parto. No me dolía nada, ni me encontraba mal ni nada concreto... solo rara. Había quedado con mis compis de curro a comer, así que marché 4km andandito hasta el restaurante y comiendo ya noté alguna contracción, pero no tenían pinta de ser de parto, así que tampoco le dí más importancia. Después tocó volver a casa con otros 3,5km de marcha y ahí la cosa ya se puso más clara... sí, parece que son contracciones.

Por resumir: a las 15h tenía contracciones suaves periódicas cada 10', a las 19h fuimos al hospital con contracciones leves cada 7', me monitorizan y me mandan para casa diciendo que vuelva cuando las contracciones sean dolorosas y cada 5'. 

De camino a la primera visita al hospital

Llegamos a casa, cenamos y decido "dormir" en el sofá porque las contracciones ya incordian y no creo que vaya a poder pegar ojo. A la 1:30 de la mañana rompo aguas en plan tsunami en mi salón... ¡glups!... ¡vamos para el hospital!.

Me monitorizan y las contracciones ya duelen bastante, que se me han agarrado a los riñones. Me ponen oxitocina y epidural y a partir de ahí ya es una gloria bendita. No me entero de nada, cero dolor y nos limitamos a esperar (mientras vemos un capítulo de Big Bang Theory y otro de Downton Abbey tranquilamente los dos en la habitación). Y a las 10:45, tras poco más de tres empujones y dos puntitos (aunque se lo podían haber ahorrado, creo yo, porque habrían sido 6 empujones en vez de 3, pero bueno), veíamos la carita de nuestra pequeña en un momento de una magia indescriptible.

Con toda esta narración poco propia de un blog triatlético quiero expresar que creo firmemente que el estar en buena forma y el haber preparado mi trasverso y mi suelo pélvico con el pilates ha sido clave para que todo fuera tan tan fácil (también ayudó que, lejos de la temida macrosomía fetal por la diabetes gestacional y gracias a la dieta y el ejercicio, la nena salió chiquitilla (47cm, 2780gr), pero historias truculentas de partos de bebés pequeños hay unas cuantas, así que parece que eso no implica gran cosa). Así pude disfrutar de ese momento sin tener en mi memoria nada negativo, nada relacionado con dolor o sufrimiento (que cuando estás embarazada, todo el mundo te cuenta historias terribles de parto... yo diría que el ratio de historias hermosas y positivas rondará el 10% como mucho). Y, por supuesto, también ha contribuído para que mi recuperación haya sido tan buena, que pocos días después ya estaba como una rosa. Por supuesto también dar las gracias a todo el equipo del Hospital Madrid Montepríncipe por lo bien que nos trataron a todos y por generar esa atmósfera tan agradable para ese momento.
 

¿Y ahora qué?. Pues de momento estoy siendo buena y disciplinada y estoy reposando hasta que cumpla la cuarentena. Como mucho, algún paseo a ritmo más ligerillo con o sin carrito, pero nada más. Y a partir de ahí, empezaré con la natación, que mi espalda lo agradecerá, y por supuesto con el pilates, que será fundamental para recuperar el suelo pélvico (imprescindible antes de pensar siquiera en correr) y corregir la diástasis abdominal. También empezaré a meter algo de rodillo y de elíptica y solo cuando esté segura de que mi fajita abdominal y mis "bajos" están preparados (calculo que hacia la semana 10pp), empezaré con CaCos para iniciar la carrera a pie. Todo muy poquito a poco, que no hay prisa.

Aunque el peso pre-bombo lo recuperé enseguida, la barriguita va bajando progresivamente
Y, por supuesto, os iré contando cómo va todo esto y cómo voy evolucionando, tanto por lo que me vaya marcando mi propio cuerpo como por el ritmo que vaya imponiendo la pequeña jefa de la casa ;-).