martes, 20 de junio de 2017

Triatlón MD Salamanca

Llegaba al Triatlón MD de Salamanca con ganas e ilusión, pero con bastante incertidumbre tras unas semanas un poco atípicas a nivel competitivo. Primero porque, tras un par de temporadas sin competir en distancia sprint, retomaba esa distancia por partida doble, participando con mis compañeras de Ecosport en la Copa de la Reina (en la que al menos fui con la cabra en la bici jeje) y, el fin de semana pasado, en el Campeonato de España de Clubes en Pontevedra. En ambas competiciones me encontré bien y creo que mi rendimiento fue todo lo bueno que puede ser sin estar entrenando específicamente para esas distancias tan agónicas. Pero claro, poco indica esto de cómo estaría de forma para correr un half.
 
 Copa de la Reina (Águilas)
 
Campeonato de España de Clubes (Pontevedra)
 
Lo ideal hubiera sido debutar en media distancia en el Cpto. de España de MD en Pamplona, romper “el hielo” y ya haber ido a Salamanca con lecciones aprendidas y un puntito más de forma. Pero no… como sabéis, unas navajas malditas nos provocaron una intoxicación alimentaria que nos impidió poder tomar la salida. Además se trataba de una toxina neurotóxica, por lo que durante varios días nos ha provocado diversos síntomas (dolor muscular, dolor de cabeza, debilidad, etc) que han complicado bastante el entrenamiento.
 
Afortunadamente, en los últimos días ya parecía que la toxina había abandonado mi cuerpo, así que creí que podía hacer un buen papel, aún contando con que estaría Alba Reguillo, que seguramente me pasaría por encima al menos a pie, pero iba dispuesta a luchar lo que pudiera ;-).
 
Qué ciudad más bonita. Enamorados de Salamanca
 
Llegamos el sábado a Salamanca y apenas podemos probar la bici porque en la calle no se podía ni estar. Vaya puntería… ola de calor en junio y un half duro por delante. Tratamos de movernos lo menos posible para guardar fuerzas para el domingo y, tras una muy mala noche dando vueltas entre el calor y la alergia, nos levantamos, desayunamos lo poco que entra en el cuerpo (cosa rara, porque es nuestra hora habitual de desayunar y normalmente nos ponemos como el Kiko) y vamos para la salida. Cuando me apunté me alegró ver que salíamos a las 9:00, porque te evitas el madrugón, pero en esos momentos casi que hubiera preferido salir a las 7:00 con un poco más de fresco, ufff… pero quién iba a imaginarlo…
 
(Foto: El Norte de Castilla)
 
Sin más, nos metemos en el agua del río Tormes que casi parecía una bañera de lo calentita que estaba y dan la salida, primero de los chicos federados y, 2 minutos después, las chicas.
 
Espectacular la natación con ese fondo (foto: El Norte de Castilla)
 
 
Tras los primeros segundos, veo que estamos más o menos en paralelo otras dos chicas y yo. Una es Alba y la otra no la conozco. Pero cuando a los 400m aproximadamente empezamos a alcanzar al grueso de los chicos, ya las pierdo un poco y decido tirar por el exterior y hacer mi carrera.
 
(Foto: Salamanca 24 horas)
 
Todo va sin más problema hasta que en el giro de la primera vuelta empiezo a notar calambres en la planta del pie. Esto sí que es nuevo… Trato de controlarlos, pero llega un punto en el que me tengo que parar a estirar (hacia los 1200m), momento en el que me pasa Alba la pobre asustada al verme ahí paralizada… me ofrece ayuda, le digo que tire y me engancho a sus pies tratando de nadar sin mover nada las piernas, a ver si así podía terminar sin pararme de nuevo. Nunca me había pasado algo así y no tengo ni la más remota idea de cuál pudo ser la causa.
 
Me dicen que salgo 3ª del agua, transición (leeeenta) y a la bici.
 
(Foto: Salamanca 24 horas)
 
 
El día anterior fuimos a ver el circuito en bici y sabíamos lo que nos esperaba. Continuos sube-y-baja no muy largos, pero que se harían duros (nos salieron al final +900m en 80km). Buen asfalto (salvo un pequeño tramo, pero que no se hacía mal) y bastantes giros de 180º en conos con carretera estrecha. Pintaba divertido.
 
(Foto: Salamanca rtve al día)
 
Me mantengo un poco por detrás de Alba y me sorprende lo bien que está yendo en la bici, así que decido mantenerme ahí, ya que los vatios eran los que tenían que ser. Pero en los giros veo que viene otra chica con muy buena pinta justo detrás. Hasta que esta chica (Amaya, vi que ponía en su dorsal) nos sobrepasa e intenta meter tierra de por medio. Ahí intento recortarla, pero va muy fuerte y el calor empieza a apretar, así que Alba y yo intentamos que no se vaya mucho pero mi cuerpo empezaba a quejarse. Ya en la 3ª vuelta empiezo a notar mucho calor y el estómago se me empieza a cerrar… y en estas distancias, o comes, o mueres, así que intento tragar lo que puedo, pero se me quedó el 20% del bidón de geles sin terminar. Pienso, “bueno, ya iré comiendo los geles a pie”. Aaaay, ilusa…
 
(Foto: La Gaceta de Salamanca)
 
La última vuelta se me hace bastante bola, los vatios van bajando, y acuso la falta de kilómetros (si os digo que llevo 166km de media semanales de bici en las últimas semanas (155km/sem desde enero) alguno igual no se lo cree, pero es la realidad… desde luego, no me quejo, que saco petróleo con eso… bendito Powertap) y el calor que está pegando a esas horas ya de mediodía, así que sueño con bajarme a correr… claro, que no sabía lo que me esperaba.  
 
Me bajo 3ª a correr con el Joule marcando 160w medios y 0.8IF, que no es para tirar cohetes, pero tampoco está mal del todo. Sabía que Alba no podría terminar (ojalá salga muy pronto de esa lesión, porque se merece poder disfrutar de ese estado de forma tan bueno que tiene) y Amaya no tenía ni idea de cómo correría, pero sabía que no estaba demasiado lejos, así que confiaba con poder al menos luchar por la victoria, que no estoy corriendo mal (aunque os voy a ahorrar el trance de poner los kilómetros semanales a pie jeje).
 
La primera de las cuatro vueltas no llevo mal ritmo, pero noto que me arde el cuerpo y me duele la cabeza. Intento refrescarme en los avituallamientos, pero el agua está caliente y no ayuda mucho. En el paso por la primera vuelta ya voy con la bici de 1ª clasificada. Con el paso de los kilómetros voy flojeando y en el km 6,5 me fuerzo a tomar un gel 226ERS, que parece que me da un poco de vidilla, pero pronto me doy cuenta de que es un espejismo y me empiezo a marear, tengo naúseas y unas ganas imperiosas de tirarme al río cada vez que lo veo.
 
Pienso que tengo que seguir como sea, que Amaya la pobre va caminando y creo que por detrás (afortunadamente) abrimos bastante hueco en la bici. No podía abandonar yendo primera. Me daba vergüenza ni planteármelo, pero casi me apetecía que me adelantara alguien para poder sentirme menos culpable si desistía. Además el chico de la bici me iba animando el pobre como podía (¡gracias!!). Cada vez voy peor. Me paro en todos los avituallamientos un buen rato (cosa que nunca hago) y por tres veces saqué de mi bolsita un gel y lo volví a guardar porque me daban ganas de vomitar solo con mirarlo.
 


 
 
El panorama a mi alrededor era bastante desolador. Mucha gente caminando y lanzándose encima de las mesas de los avituallamientos de un modo desesperado. Casi parecía más un IM que un MD. Afortunadamente en mi 3ª vuelta el equipo de Yomaran Events puso en marcha los mecanismos de emergencia ;-) y llevaron a los avituallamientos botellas de agua en cubos de hielo y Coca-Cola… ¡¡Coca-Cola!! Nunca había tomado Coca-Cola en ninguna competición pero en ese momento era lo único que me pedía el cuerpo y yo diría que gracias a ella al menos pude continuar (no sé si llamaría a eso correr), cargando también con una botella de agua en la mano para ir refrescándome un poco.
 
Y, por fin, como en una nebulosa, veo al fin el arco de meta, que cruzo para desplomarme después en una explosión de emociones entre el alivio, la alegría, el dolor y el miedo y la incertidumbre ante lo que me espera dentro de un par de meses.
 
 
 
Si el sabor de esa meta fue agrio, con el tiempo se va volviendo dulce. Ganar, lo que sea, aunque hablemos del torneo de chapas de tu urbanización, nunca es fácil. Las demás triatletas han entrenado igual que yo para estar allí, han luchado contra el mismo calor, la misma distancia, las mismas cuestas. Haber podido llegar en primer lugar para mí es un honor, algo con lo que ni me atrevía a soñar hace unos años. Me siento orgullosa y agradecida de poder vivir esos momentos, de poder hacer lo que me gusta y vivirlo con tanta intensidad.
 
Mi más sincera enhorabuena, no sólo a mis compañeros de pódium, sino a todos los que logramos cruzar esa meta que tanto se resistía
 
También fue un regalo poder vivir una competición con Sergio (bueno, verle en la salida y luego cruzármele unas décimas de segundo, que iba como un tiro tanto en bici como corriendo… daba gusto verle), que eso para nosotros ahora es todo un lujo y hace muy especial cada vez que podemos compartirlo.
 
Antes de empezar, junto a parte de la expedición Diablilla (Foto: el Norte de Castilla)
 
Aún con las duras condiciones, es un triatlón muy recomendable. Se respira en cada metro el cariño con el que está organizado y el poder competir en esa bella ciudad es un lujazo. 
 
Ahora toca pegar un buen apretón estos dos últimos meses que me quedan para el Ironman de Copenhague, que a un IM no se puede llegar con alfileres si lo que quieres es disfrutarlo. Sé que será durillo, pero sé que puedo hacerlo.
 

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