Bueno, pues ya estamos de vuelta, con el clásico síndrome de vuelta al trabajo después de un fin de semana intenso.
Como no sólo de triatlón vive el triatleta, el turismo fue un punto importante del viaje… ¡y además Baeza estaba en fiestas!. El sábado nos centramos en Baeza, con un casco histórico muy compacto, que le daba aún más encanto.

Y el domingo aprovechamos para visitar Úbeda, preciosa también. Además, era divertido tratar de adivinar por dónde discurriría la carrera a pie… ¿subiremos esta cuesta?, ¿y esta?, ¿y ese tramo empedrado?.

Peeero, no podíamos olvidarnos de hacer los deberes, así que nos vestimos de guerreros y bajamos de Canena, donde dejamos el coche, a Giribaile a encontrarnos con nuestro anfitrión jienense, Ángel, que nos acompañaría en nuestra expedición por el camino que recorreremos dentro de apenas mes y medio en el Campeonato de España.

Para los que tengáis pensado acudir, os describo un poquito cómo es el circuito. Procuraré no asustaros, aunque me será difícil ;-):
Después de una natación que se prevé muy bonita en Giribaile, si los boxes están donde creemos que estarán, apenas hay unos metros hasta que te encuentras con un muro, corto pero durísimo. Esto lo digo porque hay que evaluar si compensa dejar las zapas en la bici, ya que no habrá tiempo apenas para ponerlas antes de llegar al murito (y llegar ahí con los pies fuera de las zapas es un peligro)
Luego se sigue subiendo, por la carretera que llega al embalse, hasta que nos cruzamos con la carretera principal, desde la que enlazaremos con una vía secundaria que aún no pudimos coger por no estar asfaltada, así que seguimos por la vía principal (que imagino que tendrá un perfil similar)
Es entonces cuando tenemos unos kilometrillos (pocos) de descanso, con algún llano y cuesta abajo, entre olivares, con un olor a aceituna que daba un hambre…
Pero esto sólo es un espejismo y, en el desvío a Baeza, empieza de nuevo la subida. Y subes, y subes y vuelves a subir. Hay algún descansito pero, aunque no hay grandes pendientes, la subida se hace muy larga. Lo que hay que esperar es que aquí no pille viento de frente, porque nosotros lo pillamos de culo y aún así costó subir.

Llegamos a Baeza y, tras cruzar el pueblo, nos desviamos a la derecha (los Élite creo que siguen derechos a Úbeda por la carretera principal) por una bajada de unos 7 km muy muy rápida, con un par de curvas algo peligrosas pero, lo peor, con un asfalto bastante guarrero que, a los quemazapatas como yo nos va a costar bajar sin que nos pasen el resto de triatletas por encima. La bajada es una preciosidad y el olor a aceite de oliva virgen es intenso.
Recomiendo que durante la bajada procuréis que no se os enfríen las piernas, porque enseguida comienza la larga subida a Úbeda. Es una subida tendida, sin dificultad, pero bastante larga. La cosa se pone un poco más fea cuando en un cruce tiramos a la izquierda y seguimos subiendo, pero esta vez con una pendiente más pronunciada.

Por fin entramos en Úbeda y, como aún faltan kilómetros, bajamos un poco y, de repente, giro brusco y pedaaazo subida (ojo con meter el platazo ahí, que hay riesgo de que se nos salga la cadena). La subida no es muy larga (unos 800m) pero, con lo que llevamos ya en el cuerpo, duele lo suyo (creo que los élite deberán subir esta cuesta 3 ó 4 veces).
Ya termina y llegamos al centro de Úbeda, a la preciosa plaza del Ayuntamiento, donde estarán los boxes y empezará la carrera a pie. Espero que no nos metan muchas cuestas, porque si no los calambres están asegurados…

Y eso es todo. Nosotros luego tuvimos que volver a Canena en una contrarreloj contra el ocaso y, a falta de 3 km, piso un pedrusco y pincho, así que a esperar a que Sergio llevara a Ángel de Canena a Linares y volviera a por mí (pensaba que estábamos más lejos y no había tiempo que perder cambiando cámaras o se nos haría de noche).
Y, al día siguiente, visita turística a Úbeda, vuelta a casa y minitransiciones de 5’ en La Finca, en las que no fui capaz de pasar de 155 ppm… pero eso ya es otra historia.