El gran día
En pie a las 4 (que
hablar de despertarme después de la nochecita en vela que me pasé sería
mucho decir), desayuno, coge trastos y al Pier!. Pues cuando estamos a
mitad de camino… ¡ay mi madre!!, ¡que me dejo
las zapas de bici en el apartamento!!. Estaban dentro de la mochila al
haber decidido en el check-in que las dejaría en los pedales en vez de
en la bolsa, y tenía que llevarlas. Puffff…. Imaginad. Corre que te
corre, con lo que soy yo, que me gusta llegar
con muchíiiisima antelación a los boxes y lo lento que es todo allí
entre que te ponen las calcomanías con el número, las bolsas, el pesaje
que te hacen, que llegas a tu bici,…. Ufff. Un estrés. Lo único bueno es
que con tanto agobio no me puse ni nerviosa
por la competición.
La natación
Este año había 4
salidas: 6:25 PRO-M, 6:30 PRO-F, 6:55 AG-M y a las 7:10 las AG
femeninas. Aquí hay una lección aprendida, y es que me metí en el agua
según salieron los chicos para ir a coger sitio en el lateral
derecho de la línea de salida, ya que supuestamente era más favorable
la corriente, pero estar más de 10’ flotando en el agua en vertical
moviendo las piernas cansa y encima te quedas pasmado. No creo que haya
problema en meterse un poco más tarde y poder
desplazarte a un buen sitio de salida (total, te van a pegar patadas
igual…).
La esencia de Hawai. Me flipa esta foto. |
Dan la salida y me
llueven golpes por todos lados. Normalmente la batalla campal se acaba
en unos 200-300 metros, pero aquí no… aquí de las 700 hay muuuchas que
nadan a mi ritmo, así que me van apaleando casi
hasta girar en el barco. Lo bueno es que como vas viendo pececillos de
colores por debajo mientras nadas, compensas un poco el tormento. Total,
que visto el panorama, pues me engancho a unos pies que me llevan
cómoda y ahí me quedo. Cuando levanto la vista
veo que parece que somos el primer grupo grande, así que ni tan mal.
Eso sí, cuando nos
empezamos a chocar de bruces contra los chicos que comenzamos a
adelantar con una diferencia de velocidad bastante importante, deja de
ser agradable y cómodo, pero bueno, al menos no son demasiados…
Salgo del agua en 1h01’ sin haber gastado mucho esfuerzo. A por la bici!
La bici
Desde que tengo mi
flamante Powertap (hace ya 6 años), seguir una estrategia en bici
resulta bastante sencillo. Jaime me había dado rangos de vatios
diferenciados por tramos y más o menos coincidía con mi idea
de tratar de llegar a Hawi con 150w, aprovechando que a esa hora
todavía no pegaría mucho calor y picaba para arriba, y tratar de que la
media final no bajara de 144w, que es mi media habitual de Ironman,
compensando la ganancia de rendimiento de este año
con el recorte de vatios que hay que meter cuando hace calor.
¡Qué no falte la crema! |
Pues puedo decir que lo
clavé. 152w en Hawi y 145w poco antes de Palani. ¿Por qué digo esto?,
porque cuando ya pasé en cruce del Energy Lab con la Queen K no pude más
que dejar de pedalear para disfrutar en vivo
y en directo de la carrera a pie de los Pro. Uno no puede pasar por
allí y no pararse a ver ese espectáculo. Frodo, Kienle, Tim O’Donnel,
Daniela Ryf, Anja Beranek,…
De todas formas, aunque
cumplí el plan, no puedo decir que no fuera duro. Cuando soplaba el
viento de frente (especialmente en la zona de Waikoloa) costaba
muchísimo mover la bici, y cuando pegaba lateral, me
costaba un imperio acoplarme por miedo a los bandazos.
Se ha hablado mucho del
drafting, pero ahí yo no puedo decir demasiado, ya que al tener la
salida separada las chicas y ser bastantes menos que los chicos, no
había mucha densidad. Sí que en un momento me pasaron
5 chicas en un claro grupo y en el siguiente penalty box ahí estaban.
Eso sí, tenía tanto miedo de que me lloviera una tarjeta sin comerlo ni
beberlo, que por lo que me habían comentado era bastante común, que a
falta de 12 metros igual dejaba 20m, y casi
me centraba más en evitar a la gente que en hacer mi propia carrera, lo
cual seguro que no me vino muy bien, amén de que “el drafting legal”
(ir a esos 12 metros) siempre ayuda. Pero bueno, no me arrepiento para
nada de la decisión, a pesar de la sobredosis
de comer viento que me pegué.
Al final se hace
bastante duro el segmento, entre el calorazo que se nota en el tramo de
vuelta (que yo creo que se magnifica por el calor del sol en los campos
de lava), el viento y el aguantar que te pasen
constantemente quitándote las pegatinas (cómo anda la gente, madre
mía). Pero ya ha terminado, tras 6 horitas justas pedaleando.
El maratón
Me bajo de la bici y en
seguida soy consciente del globo que llevo. Me noto una temperatura
corporal muy alta y siento que me va a estallar la cabeza. En ese
momento ni lo pienso, pero puede ser que tuviera algunas decimillas y por eso me recalentara de más. No sé. El caso es que
cuando la voluntaria de T2 me echó una toalla mojada en agua fría por
los hombros, casi pude ver que salía humo. Me tomo mi tiempo para bajar
la temperatura, hago un pis y a por ello.
En ese momento veo que
salgo junto a Lucía, la animo y ya sabía que se perdería en la lejanía
(vaya carrerón se marcó!). Salgo en lo que yo pienso que es tranquila
(que no miro nunca el Garmin, pero viendo el
archivo después no fue así del todo….) pero sigo notando mucho calor en
la cabeza.
No era ni la milla 2 y
yo ya sólo quería sentarme en el arcén y echarme a llorar. Pensaba en
que me faltaban 40 kilómetros y, por primera vez en un IM, empecé a
dudar de si podría acabarlo. Es ahí donde hay que
tirar de coco y pensar que esto es el Ironman, que ahora te puedes
sentir hecho una piltrafa y 20’ después ir como un tiro. Eso lo sé y es así. Así
que a bajar el ritmo, al tran tran y a tirar de paciencia. Y, ante
todo, nunca parar… correr aunque sea a ritmo de trote,
pero si te paras o caminas, te llueven los minutos sin darte cuenta.
Me mojo en todos los
avituallamientos intentando no mojarme los pies… hasta que una mujer que
se vino arriba me encharcó entera con una manguera. En ese momento daba
gustito, pero ya sabía yo lo que pasaría tras
dos kilómetros de “chof chof”: ampollas al canto y no era ni el
kilómetro 8. Pero bueno, solo es dolor, se aguanta y tampoco fue el
mayor de mis problemas.
De hecho me iba
encontrando cada vez mejor (menos mal), especialmente después de otro
pipi-stop, y fui poco a poco aumentando el ritmo hasta Palani que,
milagrosamente, pude subir corriendo, que no es poco. Al
principio de la Queen K también me encontré muy bien, coincidiendo
además con que se empezó a nublar un poco y al menos se podía respirar.
Un poco más adelante me crucé con Jaime y chocamos nuestras manos, en un
momento de gran emoción que recordaré siempre…
somos un equipo.
Subiendo Palani trotando que no es poco |
Hay avituallamientos
cada milla y ahí viene lo que creo yo que es la clave de muchos males de
tripa en Kona: que bebemos de más y nos encharcamos. Es verdad que la
línea entre deshidratarse y encharcarse la tripa
es muy fina, pero creo que hay que controlar la ingesta. Yo estuve
bebiendo muchísimo más de lo que bebo habitualmente (que viene siendo lo
que caiga en la boca bebiendo mientras corro), y en un momento fui
consciente de que estaba generando una pecera estomacal.
Afortunadamente lo pillé a tiempo y, bajando un poco el ritmo y
bebiendo 1 vaso en vez de 2 e incluso menos, pude controlarlo antes de
que fuera demasiado tarde.
Y así iba, a altibajos.
En casi ningún momento me encontré “súper” como así ha sido en mis dos
últimos Ironman, pero tampoco tuve que llegar a pararme ni caminar. Y
allí hay mucha gente caminando, vomitando,
haciendo eses, tirada en la cuneta de la Queen K,… impresiona muchísimo
ver a esa gente tan fina, tan fuerte y tan preparada penando tanto.
Kona is different.
Por desgracia no iba a
poder “descansar” hasta la línea de meta, y tras hacer no muy mal el
tramo del Energy Lab y el inicio de los ya últimos 10kms por la Queen K
de vuelta a Kailua, antes de llegar a un avituallamiento,
pego un chupito a mi botella de geles del Fuelbelt y cuando voy a coger
agua para pasarlo, resulta que no tienen!! Que se les ha acabado!!!.
“Ice, Gatorade, Cola… no water, sorry”, ¡¡¿¿cómo que no water??!!. Tiro
para adelante pensando que en 1 milla tendré
otro avituallamiento, pero no llego… me da la vuelta al estómago y así
terminaría los 5 últimos kilómetros, penando, con el estómago en la
boca, y tirando de coco como pocas veces he hecho. Después, viendo las
clasificaciones, vi que con lo que yo consideraba
un churro de maratón (aunque luego el tiempo, 3h49’, no lo parece
tanto), adelanté casi 250 puestos de la clasificación general, casi 50
chicas. Aquello es duro para todos.
Pero ahí está. La meta
que llevo 12 años viendo en el ordenador a las tantas de la madrugada. El lacito de este regalo que
está siendo el vivir esta experiencia. Y la cruzo tras 11h01’ de lucha
en una explosión de emociones entre el llanto,
la alegría, la risa... Una imagen vale más que mil palabras.
Y es en esa explosión en la que todo te viene de golpe a la cabeza. Esos "tú no podrás", "no entrenas lo suficiente", "has empezado muy tarde", "no eres lo suficientemente buena", pero también los "leerte me motiva para luchar por mis objetivos", "si tú puedes, ¿por qué no iba a poder yo?", sonrío recordando la foto de ánimo que me han mandado mis compañeros de trabajo.
Me acuerdo de todos los peldaños que hemos subido, pasito a pasito, de los muros que hemos derribado y también contra los que me he dado de bruces, saliendo endurecida, con alguna lección aprendida.
De lo duro que es a veces el día a día este loco que tenemos, pero lo bien que me lo paso, lo reforzada que sale mi autoestima, el chute de empoderamiento diario y el buen ejemplo que seguro que ya está captando mi pequeña Iria y que espero que le ayude a no rendirse, a luchar por aquello en lo que cree, a confiar en la fortaleza que tenemos las personas y que mucha gente no se atreve ni a explorar.
Orgullosa de mí. Orgullosa de mi familia. Orgullosa de lo que hemos construido y lo que seguimos construyendo.
2 comentarios:
Ay madremía que se me han puesto los pelos como escarpias con lo que transmites, sin ser yo muy llorica ni nada...
He disfrutado con tu crónica porque es muy positiva pero sobre todo muy real. Me ha gustado leer que has vivido con intensidad cada minuto de ese viaje, que le has dado la vuelta a los contratiempos con "triatlética madurez" y que has conseguido cumplir un sueño empleando MUCHO ESFUERZO!!!
Enhorabuena no solo por tu experiencia en Kona sino por cómo lo habéis conseguido. Por ese magnífico trabajo de equipo en familia que también es muy importante que nos cuentes (y que a los hombres con hijos se les suele olvidar mencionar)
Llevaré tu camiseta con mucho orgullo trimami!!!
Amanda Lemon
Muchas gracias!!!. Es verdad que aunque este deporte sea un deporte individual, el camino nunca lo haces solo, sino con "tu equipo", y ahí la familia es un soporte fundamental!.
Besitos y gracias!!!
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