El pasado viernes, aún con el subidón de la Liga, viajábamos al bello Zarautz para algo totalmente diferente: el mítico Zarautzko Triatloia. Siempre lo habíamos tenido en mente, pero el tema del tráfico abierto nos echaba para atrás, pero este año, que supuestamente era como el pasado, con tráfico cerrado, nos apuntamos… aunque luego volvieron al circuito antiguo, pero ya que estábamos, mantuvimos la inscripción y allá que nos fuimos, con más miedo que vergüenza… eso sí, motivados a tope.
El viernes tocó reconocimiento del circuito con el coche (que al principio nos equivocamos de subida a Aia y nos metimos por un camino imposible, con 4 escalones seguidos que eran paredes… ¡se nos salía el corazón por la boca de pensar que sería por ahí! Y, claro, con eso, al ver luego el camino por donde se iba, no nos pareció “para tanto”… aaaaay, ilusos…), trotecillo, charla con amigos y conocidos, buena cena y a dormir (en el Hotela Olatu, en pleno centro, donde nos trataron de maravilla).
El sábado, antes de desayunar, rodaje unos minutillos en bici para activar, buen desayuno a las 10:15, a preparar trastos, autobús y a Getaria. Como sabéis, la salida es de la playa de Getaria a la de Zarautz, en una distancia de entre 2600-2900m (según el trazado) por mar abierto… y el mar estaba digamos que movidito. Dan la salida primero de las chicas, que éramos unas 40, y ya desde el principio perdemos de vista a Maider y, poco después a Saleta.
Así que ahí estamos, Patri talaverana, Estefanía Gómez y yo, en 3-4-5 posición, sin saber ni donde estábamos, ni donde ir, en un mar que te apalizaba y creo que las 3 con el mismo miedo. Eso sí, yo no me movía de ahí, que al menos, si acabábamos en Donosti, al menos iríamos las 3 juntas. De vez en cuando nos parábamos y tratábamos de localizar la boya, que no se veía, así que íbamos por intuición pura. Al menos yo lo pasé bastante mal, que encima había leído que había medusas y no paraba de notar roces por debajo del agua, así que para qué queremos más…
Al fin vemos las boyas blancas que ya están cerca de la playa y, cuando ya las pasamos, nos engulle una cacho olaca que salimos las 3 que no sabemos ni donde estamos (y la pobre Patri sin gafas ni gorro), y en ese momento, imagino que al llevar los músculos fríos (el agua estaba fresquita y yo apenas doy patada), del susto, se me sube el gemelo izquierdo… ¡¡¡aaaaaarggg!!!!, me paro, me pongo panza arriba y empiezo a masajearme, temiendo porque otra ola me vuelva a engullir. Al final se suelta y vuelvo a nadar y, ¡¡plas!!! Otra ola me come y me pasa lo mismo pero en el gemelo derecho, y esta vez es más fuerte y me baja hasta el pie. Ahí ya paso miedo de verdad y empiezo a buscar piraguas que puedan rescatarme sin éxito… menos mal que cerca había un surfero que creo que me vió y al menos estaba pendiente. Vuelvo a masajearme un buen rato hasta que se pasa y al final ya puedo salir de ese mar embravecido.
En las clasificaciones ya vi que había perdido 1’15” con Patri y Estefanía en T1 con la gracia de los calambres… pero ya no es solo eso, sino que creo que Patri hubiera sido una buena referencia en la bici y eso ya estaba perdido. En fin, cojo los trastos y a pedalear!.
La primera vuelta voy tranquila, inspeccionando. No es muy dura, aunque en la parte llana, acoplada, me duelen bastante las piernas, pero voy aguantando. En la segunda vuelta ya empiezo a no notarme nada cómoda… apenas me entran los geles, que los llevo en el bidón con agua, y casi ni bebo agua, la bici me hace ruidos raros y me da miedo bajar, me siento insegura. Me pasa una chica en bici y me digo, “venga, ahí tienes una referencia, a aguantar”, y así fue hasta que de repente se esfumó en un grupo de chicos… sí, sí, he dicho grupo. No pensaba yo que en tri así fuera a ver tanto drafting como vi, la verdad…
Llega la 3ª vuelta en bici, donde está el temido muro de Aia, así que decido ir tranquila hasta allí, que sigo sin notarme nada cómoda y, como no estoy comiendo apenas (al final de la bici apenas había tomado 1/3 del bidón que llevaba con 6 geles), voy flojeando cada vez más. Eso sí, el tramo que pasas por Zarautz es tan impresionante con los ánimos de tanta gente tan entregada, que durante esos metros el subidón de energía es bestial
Subimos Orio y ya llegamos al muro y sí, sí era para tanto. Y mira que voy con un 36 de plato y un 28 de piñón, pero voy clavada y tirando de lumbares y de todo lo que puedo, pero en algunos momentos pensaba que me iba a caer, porque no solo es la cacho pendiente que tiene, sino que el hormigón, que no asfalto, es tan rugoso que vas pegado. Desde mi punto de vista, es innecesario que metan una cosa así… ya bastante duro es el circuito en sí mismo sin necesidad de hacernos eso. Pero bueno, para gustos los colores y es verdad que hay gente a la que le parece casi lo más memorable de este triatlón, así que tampoco voy a ahondar en el tema.
Bajada, vuelta a subir a Orio (que esta ya dolía), bajada otra vez y a T2, que casi me apetecía soltar la bici y correr.
Pero cuando empiezo a correr ya veo que la cosa no será fácil… no empiezo demasiado mal, pero al rato comienzo a sentir una presión en el diafragma, no sé si por gases o qué, y empiezo con un asma que me pide que baje el ritmo a gritos (me había tomado el antihistamínico, pero el Ventolín lo dejé en el hotel porque no pensé que me fuera a hacer falta, que esto no es como un sprint), así que así voy, a ratos encontrándome mejor y pudiendo correr más o menos bien (aunque menos rápido de lo que pensaba), y a ratos encontrándome fatal y teniendo que bajar el ritmo.
El paso por centro de Zarautz es impresionante, indescriptible… hay que estar allí y vivirlo para saber lo que es. Casi se me saltaban las lágrimas cada vez que pasaba por allí y se me olvidaba lo floja que iba. Gente entregada 100% para cada uno de los más de 500 participantes durante las más de 7 horas que huo gente por allí compitiendo… espectacular. Gracias, gracias y mil gracias.
Las dos primeras vueltas iba “medio qué”, pero en la última, entre lo que ya me estaba pasando y lo poco que había comido, la flojera ya era muy grande, así que me empezó a pasar hasta el apuntador… de ir 7ª pasé a ir 11ª en un pispas, y así acabe, tras 5h25' luchando, no sin antes pasarme el último kilómetro devolviendo el aplauso a la gente de Zarautz que estaban ahí “dándolo todo”. Ni siquiera miré para atrás, que igual me podía haber pillado Marta Ferrer, que me iba pisando los talones ;-), pero no me hubiera importado, porque eso es lo que me salió del corazón hacer en ese momento... no pude ni quise evitarlo.
Ya en meta, tocaba felicitar a muchos valientes que habían hecho carrerones, también a los que habían sufrido un poco más por superarlo, agradecer a los pamplonicas su visita y sus ánimos, que tanta ilusión nos hizo, y dar un abrazo a Sergio, que se había marcado un carrerón de impresión, con una natación muy buena, una bici muy sólida y una carrera a pie bestial (1h18’, el 18º parcial… animalico), para acabar en 4h41’, metiéndome una minutada que casi ni en el IM ;-)).
Después, pedazo de cena recuperadora a base de carnaza y sidra, descansito y, el domingo, tocaba turistear, visitando varios pueblos costeros (Getaria, Zumaia, Mutriku, Ondarroa) para acabar comiendo en Durango con la suerte de encontrarnos allí a Guru y a Rober, así que estuvimos poniéndonos tibios a comer para celebrar la “txapela de bronce” de Gurutze ;-)).
Y ahora toca seguir trabajando en estas 10 semanas que quedan para la gran cita. Ya hemos hablado con el jefe y él está tranquilo, sabe dónde tenemos que ahondar un poquito y donde tenemos que mantener, así que a seguir siendo obediente y concienzuda para ir puliendo cosillas, que la base está ahí y solo queda darle formita.