Pero no hablo así en sentido figurado, no. La cosa es que siempre me ha costado mantenerme despejada, por ejemplo, en las clases de la universidad después de comer, o en el cine si la peli es muy tarde o esas cosas. Pero no me refiero a esto. Me refiero a pasarlo mal, francamente mal, a perder el control completamente. Y en los últimos años esto va a peor.
Una cosa es dar cabezadas en una clase con 50 mesas más, protegida por la muchedumbre, y otra cosa es hacerlo en una reunión con 5 personas más. Cuando tengo reunión o charla en la que no participo activamente, sino que voy como oyente, y dura más de 20 minutos paso auténtica vergüenza.
Los párpados empiezan a caer, la cabeza me pesa 30 kilos, lo que estén diciendo se transforma en un sonido monótono e inteligible pero tremendamente hipnótico. Comienzo a cerrar un ojo, para que descanse, y cambio al otro. Ya no estoy allí, estoy flotando entre las nubes.
En más de una ocasión incluso he tenido que simular una llamada al móvil para poder salir al baño a lavarme la cara con agua helada y poder así aguantar otros 30 minutillos. En la reunión que tuve el pasado martes, justo después de comer, con luz tenue y un montón de diapositivas sobre la metodología de gestión de proyectos aeroespaciales, creo que llegué a dormirme. No sé si 2 segundos o más, pero tras múltiples intentos de mantener los párpados abiertos, desperté con la curiosa sensación de estar demasiado despejada. Espero que no se notara mucho.
Lo sé, esto es muy poco profesional, pero os aseguro que no puedo evitarlo!. Qué mal se pasa cuando entras en el bucle de la somnolencia…