Madrugón el sábado y viajecito en bus a Onteniente con toda la selección. Es genial hablar con unos y con otros, ver la ilusión de todos y compartirla. Llegamos a Bocairent, a un hotelito rural precioso (felicito a la FEDE Madrileña por el acierto con este lugar!), donde comparto habitación con mi compi de club, Beth, y con Lola. ¡Ha sido un placer, chicas! :-)
Por la tarde vamos a ver el circuito de bici y nos damos cuenta de lo peligroso que será. Contamos 26 badenes por vuelta en 4 vueltas (104 en total entre badenes gordos fijos y badenes finos móviles que no se han dignado a quitar), hay un montón de curvas y algunas de ellas tienen gravilla, convirtiéndolas en puntos negros a tener muy en cuenta. Empiezan los nervios. Trotecito, cena, reunión técnica y a dormir.
El domingo nos levantamos no tan pronto como creíamos (son los chicos los que salen a las 9:30 y nosotras a las 11:30)… hace un día precioso. Dejamos los trastos, vemos el final emocionantísimo de la carrera de los chicos (felicidades a nuestros chicos por el papelón de todos y por la victoria de Piopo (que ganó con todas las de la ley aunque luego le descalificaran) y el tercer puesto de Benito (ojalá algún día sea capaz de darlo todo en las competis como hace él)), calentamos, desfilamos y a correr!!.
La carrera a pie es un infierno. Cuestas interminables, una cuesta abajo en picado larguísima que me machaca los cuádriceps, muchos cambios de ritmo. La carrera a pie me mata. Acabo fundida físicamente y hundida psicológicamente viendo como tengo más de 70 tías por delante, viendo como quedan poquísimas bicis cuando llego a boxes.
Cojo la bici y la cosa no va mejor. Estoy tan machacada de la carrera a pie que no puedo mover los pedales. Me encuentro incomodísima y no encuentro las fuerzas para tirar… porque no llevo pulsómetro, pero debo de tener las pulsaciones por las nubes y no bajan ni a tiros. Si a esto le unimos el miedo que pasé en ese horrible circuito, el resultado es una carrera lamentable. Parece mentira que siendo todas las que éramos, fui sola casi todo el tiempo, intentando no perder mucha comba, hasta que en la 3ª vuelta ya me junto con Saleta, Arrate y otra chica y puedo ir un poco más a gusto.
Bajamos de la bici y las piernas no funcionan. Solo pienso en terminar esa agonía. Me cuesta respirar y ni siquiera puedo pensar en subir el ritmo. Acabo como puedo, triste y enfadada… vaya carrera lamentable que he hecho… pero por fin terminó.
Esa es la parte agria. La parte dulce es que, gracias a las maquinotas de mis compañeras Mª Elena (3ª clasificada!!), Chose, Elena, Beth, Lola, Silvia y Ana, conseguimos el tercer puesto por selecciones!!!. Bueno, y más dulce aún ha sido la maravillosa experiencia que hemos vivido estos dos días… ¡¡ha sido una pasada!!, ¡¡gracias a todos los responsables y a mis compis de selección!!!
Después de esta experiencia, me planteo un montón de cosas. No solo es que corra mal, es que no sé si algún día podré correr bien. Y corriendo así no sé ni cómo se me pasa por la cabeza el intentar meterme en Élite, si soy una auténtica paquete. No sé si merece la pena todo el esfuerzo… a lo mejor me tengo que pasar al deporte-salud, o a la larga o yo qué sé, porque esto no se me da muy bien.
Cuando tengo momentos de menor negatividad, pienso que el duatlón no es mi guerra, que en mi planificación es justo ahora cuando empieza el trabajo de calidad, que hasta ahora ha sido de base, de volumen, por lo que es difícil que pueda tener la chispa que tienen las duatletas o la gente que ha estado compitiendo en crosses, carreras populares o carreras de montaña durante el invierno. Pienso en cuántas de esas chicas nadarán 5 veces a la semana. Pienso en cuántas de las que me ganaron (que fueron muchas), me ganarán en los triatlones. Pienso que si ahora estuviera bien de forma, no llegaría bien a septiembre, que es mi objetivo principal.
Pero, aún sabiendo esto y tratando de mantener ese razonamiento en mi mente, la verdad es que la sensación que me ha quedado es bastante bastante triste…